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LOS PSICÓPATAS DE VIÑA: UN ATERRADOR CASO POLICIAL
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Entre 1980 y 1982 los carabineros Jorge Sagredo y Carlos Topp Collins sembraron el terror en la V región. Asesinaron a 11 personas y violaron a cuatro mujeres. Fueron detenidos y condenados a muerte.

El 5 de agosto de 1980 comenzó a escribirse la bitácora del terror. El profesor Enrique Gajardo, de 35 años, fue asesinado de un tiro en el pecho por dos desconocidos en las cercanías del Jardín Botánico de Viña del Mar. La joven que lo acompañaba fue violada por la pareja de atacantes, aunque logró escapar posteriormente del lugar. A partir de ese día, la lúdica y bella Ciudad Jardín, siempre asociada a la alegría, las playas y el verano, se convertiría en el escenario de horror que tendría en vilo durante dos años a un país entero.

Tres meses después de ese asesinato, el médico Alfredo Sánchez, de 34 años, fue asesinado de dos tiros en el pecho cuando intimaba en su auto con su novia, una joven enfermera del hospital Gustavo Fricke, en las inmediaciones de la laguna Sausalito. La mujer fue ultrajada pero, al no resistirse, sus dos agresores decidieron perdonarle la vida.

La policía se puso de inmediato en alerta ante la presencia de estos dos peligrosos sujetos que, al parecer, tenían un invariable modus operandi: acosaban a parejas de enamorados que intimaban en estacionamientos, miradores o lugares solitarios, los intimidaban con un arma de fuego calibre 38 y después asesinaban al varón y violaban o mataban a su acompañante.

En febrero de 1981, Fernando Lagunas, de 54 años y la prostituta Delia González, de 24 y conocida en el ambiente nocturna como la “Topo Gigio”, fueron interceptados y aniquilados a balazos (seis en total, tres para uno) por uno de los dos psicópatas (esta vez actuó solo, como lo haría también en el último de los crímenes).

Casi tres meses después la pareja de criminales retomaría su cruenta labor. El 26 de mayo de 1981 mataron al taxista Luis Morales, de 33 años. Tras abandonar el cadáver en un basural y robarle su vehículo, los dos asesinos se desplazaron hasta el sector de Reñaca Alto. Allí interceptaron al obrero Jorge Inostroza, de 31 años y a su acompañante. Tras poner de rodillas al varón y ejecutarlo, los dos desconocidos procedieron a violar a la mujer.

Las indagaciones de la policía, basadas en las declaraciones de algunos testigos, arrojaron los primeros resultados. Uno de los dos individuos, autoritario y de tez blanca, medía 1 metro y 80 centímetros, mientras que su compinche era un poco más grueso y bajo (1 metro y 70 centímetros), y siempre acataba las órdenes del primero.

Clima de terror colectivo

A esas alturas, en Viña del Mar ya se había instalado una verdadera atmósfera de paranoia y terror colectivo. Los diarios y la opinión pública ya hablaban que había un psicópata suelto y todos temían por su seguridad. Las parejas de enamorados, que otrora salían a pasear despreocupadamente de noche, preferían quedarse encerrados bajo cuatro paredes por temor a toparse con los temidos criminales. El comercio experimentó una notoria baja, pues la vida nocturna era escasa. Los restaurantes y bares comenzaron a perder clientela, ya que la noche parecía que era para los más valientes.
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El empleado bancario Oscar Noguera fue la siguiente víctima de los psicópatas. Cuando viajaba por un camino troncal en compañía de una amiga fueron interceptados por un taxi que los obligó a detenerse. Ambos pensaron que se trataba de carabineros que realizaban una inspección de rutina. Del vehículo bajaron dos encapuchados que violaron a la mujer y mataron al varón. El automóvil de alquiler, por cierto, pertenecía a Raúl Aedo León, quien fue hallado en la curva la herradura del Olivar, muerto por dos tiros en la espalda.

El 1 de noviembre de 1981, Día de Todos los Santos, los “psicópatas” terminaron de escribir su historia de terror. Esa noche fueron ultimados a balazos Roxana Venegas, de 22 años y su novio Jaime Ventura, de 18, cuando la joven pareja pololeaba en el puente Capuchinos, de Caleta Abarca. Serían las últimas víctimas.
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El último fusilamiento

Los retratos hablados proporcionados por las testigos sobrevivientes permitieron finalmente que el 4 de marzo de 1982 se produjera la detención de los carabineros Jorge Sagredo y Carlos Topp Collins, quienes fueron sindicados como los dos asesinos. Al ser apresados alegaron ante la justicia que habían asesinado “por encargo” y que los autores intelectuales eran “personas con mucho poder” (el empresario viñamarino Luis Gubler había sido arrestado un tiempo antes y sometido a proceso por los crímenes, aunque al poco tiempo quedó libre por falta de méritos).

El ministro en visita, Julio Torres, tras revisar todos los antecedentes, decidió condenar a muerte a los dos psicópatas en un fallo de primera instancia que la Corte Suprema confirmó en enero de 1985.

Poco antes de ser conducidos al paredón, los asesinos y violadores esperaron en vano que el general Augusto Pinochet, en ese momento presidente de Chile, les concediera el indulto. El entonces jefe de gobierno negó la petición al considerar que no eran “reos dignos de indulgencia”.
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En la madrugada del 29 de enero de 1985 un grupo de 16 gendarmes que calzaba zapatillas, divididos en dos pelotones de ocho, entraron a la cancha de la resguardada cárcel de Quillota. A las 05.53 hrs. descargaron sus subametralladoras UZI (cada una cargada con sólo una bala) directo al pecho de los sentenciados. Luego de seis minutos éstos fueron declarados muertos y posteriormente fueron sepultados en el cementerio de Playa Ancha.

Las muertes de Jorge Sagredo y Carlos Topp Collins, quienes pasarían a la posteridad como “Los psicópatas de Viña del Mar”, también hicieron historia, pues aquella fue la última vez que la polémica pena de muerte se aplicó en Chile.

Con la muerte de los dos ex carabineros la Justicia chilena se resarcía del asesinato de 11 personas (9 hombres y dos mujeres) y la violación de cuatro mujeres. Un previsible epílogo de una serie de homicidios, robos y ultrajes que entre 1980 y 1982 sembraron el pánico entre las desprevenidas parejas que buscaban un momento de intimidad bajo el idílico cielo de la costa. De ese modo, para alivio de muchos viñamarinos, concluían una serie de espantosos crímenes que remecieron no sólo la apacible vida de la Ciudad Jardín sino que la de un país entero . (Guioteca – Jorge Fuentes)

ARISTAS POCO CLARAS DEL CASO

Este caso que trastornó el diario vivir de una ciudad entera y mantuvo al país totalmente volcado en espera de información al respecto, trajo consigo y fuera de los trajines oficiales de la prensa y autoridades de la época un gran signo de interrogación cuando salieron a luz ciertas personas con cierto realce social y se comentaban nombres de altas autoridades mezcladas en una especie de Club del Crimen en la zona… es así como, el 2 de marzo de 1982 todo cambió, un rumor corre fuerte por las calles de la Ciudad Jardín: cayó el psicópata. El presunto asesino era Luis Eugenio Gubler Díaz, un conocido empresario de la zona, director del Banco Nacional, dueño de una empresa relacionada con mercados argentinos, holandeses y estadounidenses, socio de la constructora Costa-Gubler, además hijo de Luis Gubler Escobar, presidente de la Compañía Sudamericana de Vapores.

Junto a lo anterior, es casado con Mariana Herrera, hija del ex alcalde de Viña del Mar, Raúl Herrera. Las características físicas del inculpado se adaptaban perfectamente a uno de los retratos hablados: 42 años, tez blanca, ojos claros, 1 metro y 78 centímetros, carácter fuerte, bastante reservado, pero a veces mostraba signos de violencia desmedida contra los homosexuales. Le gustaba ir al Casino y practicar tiro al blanco en su parcela de Limache (localidad situada a pocos kilómetros de Viña).

Tras su captura, el director de la policía civil, Fernando Paredes, afirmó que la investigación está resuelta en un 99% y que Gubler “está confeso de cuatro crímenes”. Asimismo, el médico legista porteño, Mario Ibarra, aseveró que “las muestras de semen y sangre encontradas son concluyentes”. Al mismo tiempo surge la información que la esposa de Gubler, Mariana Herrera, estuvo internada en una clínica debido a una crisis nerviosa ya que acusó a su esposo de ser el psicópata, luego de encontrar unas botas embarradas con lodo.

Lo increíble ocurrió seis días más tarde, el lunes 8 de marzo, Gubler es dejado en libertad incondicional por falta de méritos, lo mismo ocurre con Guillermo Morales Anabalón, oficial de aduanas, amigo del anterior.

Mientras tanto, en un hecho inédito, el presidente de la Corte Suprema, Israel Bórquez, criticó la información periodística, tildándola como irresponsable y de acusar a un inocente. En cambio, son detenidos los policías Carlos Alberto Topp Collins y Jorge José Sagredo Pizarro, como los responsables de tales crímenes.

En el año 2013 el hijo mayor de Luis Eugenio Gubler Díaz interpuso una demanda de indemnización por daño moral en contra del ex comisario de Investigaciones Nelson Lillo Merodio, ante el 20° Juzgado Civil de Santiago Luis Gubler Herrera, hijo del fallecido empresario Luis Eugenio Gubler Díaz, quien fuera erróneamente sindicado como autor de una seguidilla de crímenes ocurridos a comienzos de los 80 en Viña del Mar, caso conocido como "Sicópatas de Viña".

El abogado Héctor Salazar, patrocinante de la demanda junto al abogado Álvaro Varela, explicó que se decidió acudir a esta instancia porque el ex policía dio declaraciones a un documental de cine insistiendo en su teoría de la culpabilidad de Luis Gubler, en circunstancias que ningún juez de la época avaló esa afirmación.

Además, Lillo estaría asesorando a un canal de televisión en la realización de una teleserie que abordaría el caso y temen que dicha teoría, "que probadamente, y en todas las instancias judiciales, se confirmó que era falsa", dijo el abogado, se repita en el libreto del programa televisivo.

Luis Eugenio Gubler Díaz falleció el 25 de abril de 2005, a los 65 años de edad.

En este punto hay que mencionar que la biografía de Nelson Lillo Merodio está relacionada con actos violentas y de tortura en el Régimen Militar y su hoja de servicio nos indica que no era una blanca paloma.

LA TUMBA DE LOS AJUSTICIADOS

Entre destacados políticos, héroes de la independencia y celebridades de distintas artes, se encuentra la tumba del tristemente recordado Carlos Alberto Topp Collins, uno de los dos sicópatas de Viña del Mar y que sembró el terror a mediados de los ochenta.

Distinta es la suerte de Jorge Sagredo Pizarro, el otro sicópata fusilado, quien permaneció en el Cementerio de Playa Ancha, fue sepultado en tierra y a poco más de un mes, su parentela lo movió a una bóveda nicho en el mismo camposanto. Nadie sabe dónde está exactamente.

“Por tiempo estuvo enterrado en esas bóvedas, de hecho siempre veíamos a un trabajador de una funeraria que le traía flores y se las dejaba, nunca vimos a la familia, siempre fue el mismo hombre. De un día para otro no vino más, fue por la fecha en que cambiaron el cuerpo de sitio, pero eso fue todo en secreto”, soltó el aguatero Jorge Chiozza.

MAS INFORMACION:

Los sicópatas de Viña del Mar “El Club del Crimen de la Ciudad Jardín” Alfonso Alcalde

http://www.chilealerta.cl/2014/04/la-verdad-sobre-los-psicopatas-de-vina.html

https://www.lacuarta.com/cronica/noticia/el-raro-destino-de-las-tumbas-de-los-sicopatas-de-vina-del-mar/60012/

https://www.memoriaviva.com/criminales/criminales_l/lillo_nelson.htm

http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-83381.html

http://www.poderjudicialtv.cl/programas/fallos-historicos/en-fallos-historicos-el-caso-de-los-sicopatas-de-vina-del-mar/

https://www.puranoticia.cl/noticias/tendencias/reportaje-historias-ocultas-tras-el-caso-de-los-psicopatas-de-vina-del/2018-02-07/132227.html
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